INFIERNO
La
palabra infierno o inférnum del latín,
significa por debajo de o un lugar inferior. Según variadas
religiones, es el lugar donde después de morir son torturadas
eternamente las almas de los pecadores. Es el equivalente al Gehena
del judaísmo, el Tártaro de la mitología griega,
al Helheim según la mitología nórdica y al
inframundo de otras religiones.
En
contraste con el infierno otros lugares después de la muerte pueden
ser o neutros o felices como el Cielo cristiano.
El
infierno es usualmente imaginado poblado por demonios, quienes
atormentan a los condenados. Muchos son gobernados por un rey:
- Nergal
(dios sumerio-babilonjo, señor de los muertos)
- Iama
(dios benigno en el hinduismo)
-
Satanás (entidad que representa la encarnación suprema del
mal)
RELIGIONES
ABRAHÁMICAS
Hace
referencia a aquellas religiones cuya fe es monoteísta y que
reconoce una tradición espiritual cuyas raíces se remontan a
Abraham. El término es usado principalmente para referiste
colectivamente al Cristianismo, Judaísmo e
Islam.
La
palabra infierno se halla en muchas traducciones de la Biblia.
En algunos casos es traducida por “sepulcro” o “lugar de los
muertos”.
EN
EL CRISTIANISMO
La
teología cristiana ha discutido la noción de “infierno” a lo
largo de su historia. En un tiempo no hubo duda de que se trataba de
un lugar donde se castigaba eternamente a los pecadores, en el que
los tormentos no podían ser conmutados.
En el
siglo III, Orígenes (padre de la iglesia oriental), sostuvo
la hipótesis que lleva por nombre Apocatástasis, que implica
la idea que, al final de los tiempos y luego de sufrir diversas
penas, todos los condenados al infierno (incluidos Satanás y a los
restantes ángeles caídos) serán liberados. Esta idea fue condenada
como herejía por la iglesia.
En
contraste, Agustín de Hipona y Tomás de Aquino creían que
la gran mayoría de las personas se condenarían al infierno. El
teólogo luterano Karl Barth y Hans Urs von Balthasar
sostuvieron que existe una razonable esperanza de que todas las
personas serán salvadas, por el tremendo acto de amor que realizo
Cristo en la cruz. En la actualidad, el pastor evangélico Rob
Bell sostiene que el infierno esta vacío. C.S. Lewis
sostenía que el infierno se parece a la celda de una prisión, donde
la puerta del calabozo se cierra desde dentro, no desde fuera, siendo
la intención del condenado el no querer vivir la eternidad con Dios.
El
exorcista católico José Antonio Fortea hace notar que es el
mismo Cristo quien refiere con más insistencia la existencia
de Infierno y que muchos serán los condenados. Aunque cree que el
número de condenados será pequeño en comparación con el de todos
los seres humanos nacidos desde la Creación, para los
condenados el castigo será eterno. También sostiene que la gran
parte de sacerdotes de la iglesia Católica trata de restarle
importancia al Infierno y a la condenación eterna para no asustar a
sus feligreses.
En
el catolicismo
La
Enciclopedia Católica de principios del siglo XX señala que
el “dogma católico no rechaza el suponer que Dios pueda, a
veces liberar una alma del infierno”. Sin embargo, en la misma se
dice que “los teólogos sostienen señalar que tales excepciones
nunca ocurrieron ni ocurrirán”.
Según
las palabras del papa Juan Pablo II no niega la existencia del
infierno, pero se le da un sentido mas espiritual. Algunos fieles y
teólogos han rechazado la existencia del infierno por considerarla
incompatible con el amor del Dios omnipotente.
Sin
embargo, hay un consenso en creer que no es Dios quien “envía”
a los hombres al purgatorio o al infierno,
sino que es el hombre mismo quien decide libremente su destino final;
si ha creído en Jesús y vivido piadosamente el Cielo
lo esperará, si ha cometido pecados no confesados y necesita una
purificación para acceder al Cielo irá durante un período
de tiempo al purgatorio, si ha vivido en enemistad con
Dios, con los demás y consigo misma, el mismo se labra su
destino como fruto de sus acciones.
Como
señala el padre José Antonio Fortea, el infierno no es un
lugar sino un estado. Solamente en el momento del Juicio Final,
con la resurrección de los muertos, tanto el Cielo como el
infierno se convertirán en un lugar donde los resucitados condenados
pagarán con tormentos físicos y espirituales, así como las
personas salvadas resucitarán físicamente para disfrutar de la
Gloria de Dios.
En
el protestantismo
En el
protestantismo el infierno es presentado como un lugar de castigo y
separación eterna de la presencia y gloria de Dios. La
concepción antropológica de la teología protestante
presenta a todos los hombres condenados desde su nacimiento (por el
pecado original) a sufrir esta separación eterna y por tanto
necesitados absolutamente de la misericordia de Dios
para poder restablecer la relación con él, es decir, ser salvados
mientras viven en este mundo.
Igual
que la mayoría de iglesias cristianas el protestantismo
tradicionalmente viene creyendo igualmente:
- Que
tras la muerte,el alma de quienes se han salvado va al Cielo y
la de los que no al infierno (el protestantismo niega el
purgatorio).
- Que
tras la resurrección de la carne, alma y cuerpo volverán a juntarse
tanto para quienes están en los Cielos como para quienes
están en el infierno.
- Que el
castigo del infierno es eterno y consciente.
- Que
quienes no han sido redimidos van al infierno y se condenan
eternamente sin que se espere ningún rescate por ellos.
- Que
Dios no condena al hombre sino que tal cosa es a consecuencia
justa de su pecado.
Testigos
de Jehová
El
infierno es la sepultura colectiva, un lugar simbólico donde no
existe ninguna actividad. El infierno de fuego como lugar de tormento
no forma parte de las doctrinas de los Testigos de Jehová,
quienes afirman que tal creencia sería una difamación de Dios al
contradecir el hecho de que Jehová es un Dios de amor.
Afirman que la idea del infierno de fuego como lugar de tormento es
precristiana y que procede de Mesopotamia. Los Testigos de
Jehová creen que el infierno es el sepulcro común de la
humanidad. Creen que se trata de un lugar simbólico y no de un lugar
literal de castigo y tormento.
Mormonismo
La
iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días predica
que el infierno es un lugar preparado desde la fundación del mundo y
en el que hay almas que no encuentran descanso y están en estado de
miseria y lamentación, conscientes de su estado caído y ruina
espiritual. Es una especie de cárcel de espíritus inmundos. Aún en
este estado, el infierno es visitado y ministrado por ángeles
que preparan a aquellas almas que tienen opción para la segunda
resurrección y el Juicio Final.
Millerismo
adventista
Según
la Iglesia Adventista del Séptimo Día y la Iglesia de
Dios, el infierno no existe como un lugar físico en el que los
perdidos sufren por toda la eternidad. Tal interpretación se basa en
la secuencia de acontecimientos proféticos relatados en el
Apocalipsis, los que describen de qué manera el infierno será
el modo que se utilizará para infligir una decisiva y final derrota
al mal, describiéndolo como un fuego del cielo y un lago de fuego,
al cual serán echados Satanás y su séquito. Hasta ese
momento los muertos permanecen en un estado inconsciente hasta la
segunda venida de Cristo, momento en el cual serán resucitados.
EN
EL JUDAÍSMO
Al menos
inicialmente, se creía en Sheol, que se describe como una
existencia sombría a la cual todos eran enviados tras la muerte. El
Sheol pudo haber sido poco más que una metáfora poética de
la muerte, de la ausencia de vida y no referente a la vida después
de la muerte. En el Antiguo Testamento, no se amenaza a
los pecadores con ningún castigo de sufrimiento.
Pero
después la escatología judía distinguió entre un lugar especial
para los justos y otro para los condenados. Desde el siglo II el
Sheol equivale, para los rabbanitas, al Gehena
(infierno). También se conoce como Sheol-Abbadón, por este
ángel del abismo que representa el mundo de ultratumba y se conoce
como “perdición” La religión judía negaba cualquier
vida después de la muerte. Posteriormente se empezó a introducir la
idea de resurrección que eran los fariseos y los que la negaban los
saduceos. La resurrección se entendía en una forma terrenal: se
resucitaría para volver a llevar una vida terrenal. Solo
resucitarían los buenos. El castigo de los pescadores era la “muerte
eterna”, que no era el Infierno ni nngún sufrimiento sino
la ausencia de resurrección.
La
posición judía mayoritaria actual cree que el infierno es un lugar
de purificación para el malvado, en el que la mayoría de castigados
permanecen hasta un año, aunque algunos están eternamente.
EN
EL ISLAM
El Islam
prevé el Juicio Final para todos los creyentes, como el
cristianismo, y las referencias al fuego del infierno abundan
en el Corán. Durante la vida los ángeles escribanos,
uno a cada lado anotan las acciones de los hombres, y éstos serán
juzgados de acuerdo con esos libros. El puente Sirat, delgado
como un cabello, debe ser atravesado por los que se dirigen al
Paraíso, y aquel que caiga irá a parar a las llamas del infierno.
En cuanto a la estructura del infierno islámico se habla de
un edificio de siete pisos, separados uno de otro por una distancia
de mil años. El primero es el único que se describe. Está
destinado a los que murieron sin arrepentirse de sus pecados y en él
hay montañas de fuego, con ciudades de fuego, casas de fuego….
HINDUISMO
Y BUDISMO
La
descripción que hace Voltaire no es exacta en lo que se
refiere a las filosofías orientales. El hinduismo y el
budismo creen en el infierno, aunque sólo como escenario
transitorio en el ciclo de reencarnaciones. El hinduismo cree
en 21 infiernos en los que se pueden reencarnar los que han cometido
faltas mortales. El Bhagavad Guitá dice “el Infierno
tiene tres puertas: la lujuria, la cólera y la
avaricia”. Y en él caen los hombres de naturaleza demoníaca
hasta ser aniquilados. El budismo reelaboró la doctrina hinduista
y su ortodoxia prevé esferas infernales en las que puede reencarnar
los mortales agobiados por un mal karma. El Reino de los Narakas
es el infierno budista.
POLITEÍSMO
ANTIGUO
EGIPTO
Egipcios
y griegos enterraban a sus muertos y creían simplemente que
sus almas quedaban con ellos en un lugar sombrío.
Libros
sagrados:
- Duat:
Duat, el inframundo de la mitología egipcia, el lugar donde se
celebra el juicio de Osiris, y donde el espíritu del difunto
debe deambular sorteando seres malignos y peligros.
-
Libros del Amduat: Describe el camino a seguir por el difunto y
el Libro de los Muertos enseña toda clase de sortilegios para
llevar a buen fin el viaje al otro mundo.
-
Libro de las cavernas: Se le llama así porque en él Duat
está dividido en cavernas. El difunto atraviesa en su recorrido
diferentes cuevas, y relatan los premios que pueden recibir o los
castigos.
-
Libro de las puertas: Texto que narra el viaje del espíritu de
un difunto en el otro mundo y está relacionado con la marcha del Sol
en el Duat. El muerto debe abrir distintas puertas durante el
recorrido donde se encuentra una diosa diferente en cada una de
ellas, y debe reconocer el carácter específico de cada una de
ellas.
-
Libro de los muertos: Texto funerario compuesto por un conjunto
de fórmulas mágicas o sortilegios que ayudaban al difunto en su
estancia en el inframundo.
MITOLOGÍA
NÓRICA
En la
mitología nórdica, existía un mundo tenebroso donde iban
las almas de aquellos a los que no se les concedía entrar en el
Valhalla. Solo los mejores guerreros eran llevados a esa casa
con escudos de oro. Los que no iban allí, eran entregados a Hela,
diosa del inframundo y habitante del llamado Helheim.
MITOLOGÍA
MEXICANA
Según
conocemos, los grupos nahuas creían que los muertos podían
ir a diversos parajes al morir: el Tonatiuahichan para los
guerreros que morían en el campo de batalla o mujeres que fallecían
durante el parto. El Tlalocán, a donde iban los difuntos
cuyas muertes estaban relacionadas con el agua. Los bebés iban al
Chichihualcauhco donde un árbol maravilloso los amamantaba. Y
el Mictlán al que llegaban los muertos comunes sin importar
su estatus social.
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