VAMPIROS


VAMPIROS

Un vampiro, según las leyendas de varios países, es una criatura que se alimenta de la esencia vital de otros seres vivos (usualmente en forma de sangre) para así mantenerse activo. En algunas culturas orientales y americanas aborígenas, esta superstición es una deidad demoníaca o un dios menor que forma parte del panteón siniestro en sus mitologías.

En la cultura europea y occidental, así como en la global contemporánea, el prototipo de vampiro más popular es el de origen eslavo, es decir, el de un ser humano convertido después de morir en un cadáver vivo y retornado depredador chupador de sangre.

Es probable que el mito del vampiro provenga, inicialmente, de la necesidad de personificar la “sombra”. Representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos, es decir, la representación del lado salvaje del hombre.

Aún así, el mito, tal como es conocido en nuestros días, proviene de una compleja combinación de varias supersticiones, entre las que se incluyen las creencias sobre la sangre; el temor a la depredación, a la enfermedad y a la muerte, así como la fascinación temerosa por la inmortalidad y el instinto de supervivencia.

También se cree que en la Europa del siglo XVII se debe a la necesidad de explicar las epidemias causadas por enfermedades reales que asolaron Europa, antes de que la ciencia lograra explicarlas.

La descripción de estas criaturas varía según cada región. Además la mayoría de atributos de un vampiro según la cultura contemporánea, provienen de la literatura, sobretodo de la novela Drácula y las películas basadas en ella.

Normalmente en su pasado, fueron seres humanos que ahora se encuentran en un estado intermedio entre la vida y la muerte, de ahí que se les llame no-muertos. Sus aspectos físicos básicos:

- Entre los eslavos, griegos y pueblos de Europa del este, un cadáver desenterrado era considerado vampiro si su cuerpo parecía hinchado y le salía sangre de la boca o la nariz. También si notaban que sus uñas, pelo y dientes eran más largos que cuando se les había enterrado.

- En Transilvania (Rumanía) se consideraba que los vampiros eran flacos, pálidos y poseían unas largas uñas y largos colmillos.

- En Bulgaria y Polonia se le atribuye tener un solo orificio nasal así como una especie de aguijón en la punta de la lengua.

- Según la creencia en el folclore rumano, tienen la posibilidad de transformarse en animales como gatos, perros, ovejas y caballos. La forma más mencionada en la ficción popular es la de murciélago y en niebla.

Otras características:

- Se alimentan primordialmente de la sangre de sus víctimas, aunque hay descripciones en que también son atropófagos (depredadores) y en algunas culturas se consideraba que la sangre no era la base de su sustento, sino el “fluido vital” humano o la energía psíquica.

- No se reflejan en los espejos ni tienen sombra, tal vez como una manifestación de la carencia de alma. Este atributo no es universal.

- Los vampiros, por su naturaleza demoníaca o su origen sacrílego, no soportan los símbolos cristianos y por ello pueden ser alejados usando una cruz o agua bendita, y no pueden pisar suelo sagrado.

- Son indestructibles por medios convencionales y son extremadamente fuertes y rápidos, pero se debilitan junto a las corrientes de agua.

- Aunque en general se supone que los vampiros son vulnerables a la luz del sol, entre los eslavos se creía que no solo podían resistir a la luz del sol, sino que en algunos casos podían viajar a otro pueblo y allí llevar una vida normal.

- Algunas tradiciones sostienen que un vampiro no puede entrar en una casa si no es invitado por el dueño, pero una vez invitado puede entrar y salir cuando le plazca.

- En algunas zonas de Europa del este, se cree que el vampiro es un ser lujurioso, engendrando así criaturas con características especiales a las que se conoce como dhampiros (híbridos de vampiro y humano).

- Tienen una afinidad natural con la magia negra y concretamente con la nigromancia, que dominan con mayor facilidad que el hechicero más diestro.


En el conjunto de creencias populares se pueden distinguir unas formas baásicas, a veces complementarias entre sí, para que un ser humano se convierta en vampiro:

- Por predisposición desde el nacimiento: En Rumania tenía más posibilidades de convertirse en un vampiro, el séptimo o duodécimo hijo de una familia cuyos hermanos mayores fueran todos del mismo sexo. O por tener marcas de nacimiento como el hueso sacro pronunciado, abundante pelo corporal o haber nacido con la cabeza envuelta en parte de la membrana placentaria. Entre los eslavos también tenían mayor probabilidad los nacidos en Sábado Santo.

- Por muerte prematura o violenta: En la antigua Grecia, en donde se les denominaban Vrykolakas, al igual que en otras culturas, se creía que los niños, adolescentes y en general las personas que habían tenido una muerte prematura o en circunstancias anormales, por suicido o violencia, podían convertirse en fantasmas o vampiros.

- Por incumplimiento de rituales funerarios y religiosos: En Grecia, Bulgaria y Rumanía también se creía que alguien se convertía en vampiro después de morir si quienes debían ocuparse de preparar o vigilar debidamente el cadáver no realizaban los ritos adecuados o no cumplían con su tarea.

- Como maldición por acciones criminales o sacrílegas: En la antigua China también se creía que se convertían en vampiros ciertos criminales, tradición similar existente entre los eslavos y los griegos, quienes creían que los vampiros eran brujas o personas que se habían rebelado contra la iglesia en vida, vendiendo su alma al diablo y que al morir sus cuerpos podían ser poseídos por demonios. En la Europa cristiana, esta creencia era reforzada con los conceptos desarrollados por el cristianismo basados en la idea neoplatónica de la vida después de la muerte y la idea de supervivencia del alma hasta el día del Juicio Final a pesar de la corrupción del cuerpo, de aquellos que murieran arrepentidos de sus pecados y que hubiera recibido los últimos sacramentos.

- Por mordedura de un vampiro: según casi todas las tradiciones, especialmente los eslavos, aquella persona que moría después de ser mordida por un vampiro se convertía a su vez en uno. Algunos creen que solamente si la victima estaba de acuerdo con esta transformación.


Para evitar que un muerto se convierta en un vampiro, entre los celtas una de las prácticas más extendidas era enterrar el cuerpo cabeza abajo, así como también colocar hoces o guadañas cerca de la tumba, para evitar que los demonios poseyeran el cuerpo o para apaciguar al muerto y no se levantara de su ataúd. Con igual propósito los tracios y los búlgaros antiguos solían amputar las extremidades, cortar los talones y los tendones de las rodillas o perforar otras partes del cuerpo.


En Rodas y en la isla de Quíos (Grecia) se ponía una cruz de cera entre los labios del cadáver, así como una pieza de cerámica con la inscripción “Jesucristo Conquista” para evitar la transformación.

En Europa Oriental, era frecuente introducir un diente de ajo en la boca, y a veces en cada uno de los nueve orificios corporales, así como atravesarles el corazón con un objeto corto punzante, antes de inhumarlos. En las regiones sajonas de Alemania se colocaba un limón en la boca del sospechoso de ser un vampiro. Los gitanos clavaban agujas de hierro y acero en el corazón del cadáver y colocaban pequeños fragmentos de acero dentro de la boca, sobre los ojos, en las orejas y entre los dedos durante el entierro. También introducían espino en un calcetín del muerto, le clavaban una estaca de espino en las piernas o rodeaban la tumba con una barrera de plantas espinosas.

En Bulgaria, los arqueólogos han encontrado varios esqueletos de origen medieval cuyo tórax había sido apuntillado con estacas de hierro, una práctica común hasta principios del siglo XX realizada para evitar que personajes a los que se había considerado malvados regresaran convertidos en vampiros. En Polonia se han encontrado entierros en los que los sospechosos de vampirismo eran decapitados y la cabeza colocada entre las piernas.

Numerosos objetos y sustancia, que varían de región en región, son mencionados en las leyendas sobre vampiros por su efecto apotropaico, es decir, por alejarlos o destruirlos. En Europa se cree que una rama de rosa silvestre o de espino puede dañar al vampiro, así como el ajo el azufre y objetos sagrados como un crucifijo, un rosario o agua bendita.

En algunas regiones de Sudamérica, cuando una mujer deja en la casa a su hijo dormido, pone sal y unas tijeras para ahuyentar a vampiros y brujas.

Otros métodos comunes en Europa incluían esparcir semillas de mostaza o arena sobre el tejado de la casa para proteger o en la tierra de una tumba sospechosa de contener a uno de esos seres para mantenerlo ocupado durante toda la noche contando los granos caídos.


En los Balcanes, existían los cazadores de vampiros que podían ser religiosos o un dhampiro, los cuales tenían el poder de detectarlos y destruirlos. Hasta principios del siglo XX, unos estuches con las herramientas tradicionales para destruirlos eran ofrecidos a los viajeros que iban a visitar Europa del Este en particular.



Métodos para terminar con un vampiro:

- Clavándole una estaca en el corazón: Es el método más citado, particularmente en las culturas eslavas del sur. Se usaban estacas y punzones de madera o hierro. El fresno era la madera preferida en Rusia y en los estados bálticos, el espino en Serbia y Bulgaria, y el roble en la región de Silesia. La estaca solía clavarse apuntando a la boca en Rusia y en el norte de Alemania, o al estómago en el noreste de Serbia.

- La decapitación: Era el método preferido en las áreas germánicas y eslavas del oeste. La cabeza se enterraba junto a los pies o alejado del cuerpo. Este acto se veía como un modo de acelerar la marcha del alma, ya que se creía que permanecía en el cuerpo.

- La incineración completa del cadáver: Rociar la tumba con agua hirviendo eran las medidas más habituales en Grecia. También se desmembraba el cuerpo y se quemaban las partes o se hervían en vino. Los rumanos, eslavos y gitanos utilizaban las cenizas para preparar bebidas que suministraban a los familiares o víctimas a modo de cura.

- Repetir el funeral: cambiando el lugar de la tumba, rociando agua bendita sobre el cadáver, o con un exorcismo, eran varias de las medidas propugnadas en los Balcanes y especialmente por la iglesia en Grecia para evitar la incineración, pues esta disminuía la posibilidad de la salvación del alma.

- Rituales de magia: En Bulgaria se practicaba un ritual consistente en el embotellamiento del vampiro(espectro incorpóreo) , llevado a cabo por personas que se dedicaban a ello, sirviéndose de una botella especialmente preparada que contenía un fragmento de un icono (religioso) así como algo de alimento favorito del vampiro. Este lo atraía a su interior y quedaba atrapado allí.

LOS VAMPIROS EN LA ANTIGÜEDAD

Inicialmente la mayoría de menciones de seres con estas características en la Antigüedad son parte del los mitos en casi todas las civilizaciones, desde Egipto y Sumeria hasta las culturas indoamericanas.

En Mesopotamia se invocaba a los dioses protectores para que acabaran con los Utukku, seres culpables de enfermedades y pestes, que pueden considerarse como antecesores a los vampiros.

En la antigua China se creía en la existencia de los Jiang Shi o vampiros zombies, con extremidades rígidas de manera que solo pueden avanzar dando pequeños saltos y con los brazos extendidos. Son completamente ciegos, pero presienten a las personas por su respiración.

En el Antiguo Egipto la diosa de la guerra Sejmet, hija de Ra y llamada “la terrible”, asoló la tierra para castigar a los hombres y solo pudo ser apaciguada embriagándola con una mezcla de color rojo semejante a la sangre que bebía.

En el folclore árabe y africano se menciona la existencia de unos demonios necrófagos y vampiros, que cambian de forma a su antojo llamados Guls.

En el Judaísmo uno de sus arquetipos míticos es Llith, la primera mujer de Adán, de quien se decía que se alimentaba de la sangre de los niños no circundados.


En India los Vetala ocupan un lugar importante en las narraciones y, rondan los lugares de cremación. Igual que en las mitologías budistas, hinduistas y jainistas, una preta es un espíritu atormentado, el alma de un fallecido condenada a sufrir una eterna hambre de sustancias repugnantes o de sangre.

En América, el pueblo amerindio Mapuche tiene entre sus creencias la existencia de un ser vampírico conocido como el Pihuychen que atacaba principalmente a animales, pero también a humanos. También creían en la existencia de una criatura vampírica acuática conocida como Trelke-wekufe. Posteriormente ambos seres formarían también parte de la tradición chilena. Los Aztecas creían en unas diosas temibles llamadas Cihuateteo, espíritus de mujeres que morían durante el parto y que provocaban pestes, atacaban niños y en las noches a los viajeros especialmente en los cruces de caminos. Según el Popol Vuh, los mayas creían que el guardián de Xibalbá era un murciélago con rasgos humanos llamado Camazotz que decapitaba a los extraños. Un mito del pueblo Shuar que habita en la selva amazónica dice que los Jencham, se originan en hombres que fueron así transformados por su gusto de derramar sangre.

En Europa, la mitología griega incluye la leyenda de Lamia, hija de Belo, rey de Libia, quien por sostener un romance con Zeus sufrió la ira de Hera, que asesinó a sus hijos y la convirtió en un monstruo despiadado que mataba niños y seducía a viajeros extraviados para alimentarse de su sangre. Otro mito es la Empusa, ser monstruosos con pies de bronce que podía transformarse en una bella mujer para seducir a los hombres y beber su sangre.

En las leyendas rumanas se habla de los Strigoi, deidades con rostro de mujer y cuerpo de pájaro que absorbían la sangre de los humanos mientras estos dormían.

Los romanos tenían a los Larvae, no-muertos que no habían pagado sus crímenes en vida y se vengaban de su estado esquelético absorbiendo la vida de los vivos.

Entre los francos la Ley Sálica, preveía multa los que practicaban vampirismo.

En España forman parte del mito criaturas como las Guaxas en Asturias, las Guajonas en Cantabria y las Meigas chuchonas en Galicia, brujas con un solo colmillo que les sirve para succionar la sangre de sus víctimas, sobre todo niños. En la islas Canarias también existía el mito de las brujas-vampiro que succionaban la sangre de los recién nacidos, como las llamadas Brujas del Bailadero de Anaga, en Tenerife.

EL VAMPIRO EN LA EDAD MEDIA

En la Edad Media los vampiros empiezan a ser parte de leyendas relacionados con personajes reales o con sucesos e identidades míticas con algún trasfondo real.

Durante la colonización de Islandia, se cuenta cómo un jefe normando, Thorolf, regresa de su tumba para aterrorizar a la población hasta que su cadáver fue incinerado.

En Rusia las creencias sobre vampiros, ligadas al culto a los antepasados como parte del paganismo eslavo persistente, era motivo de preocupación entre los evangelizadores cristianos en el siglo XI.

En la Grecia cristiana se creía también en los Vrykolakas que atacaban a su familia y amigos después de muertos.


En España, en la región catalana del Alt Empordà (Girona), se originó en el siglo XII una leyenda un poco olvidada, la del Conde Estruch, un anciano caballero feudal, defensor de la cristiandad, que vivió en el Castillo de Llers, destruido durante la guerra civil española, y de quien se decía que murió asesinado y, como consecuencia de una maldición por su represión de las costumbres paganas que persistían en la zona, se convirtió en vampiro, aterrorizando mucho tiempo a los habitantes de la comarca, seduciendo también a jóvenes mujeres que quedaban embarazadas para dar a luz engendros monstruosos que morían al nacer.

Igualmente en la población de Tarragona llamada Pratdip, existe la leyenda de los Dips, perros vampíricos que asolaron la comarca y cuya figura aparece en el escudo de la población, así como en retablos de la ermita dedicada a Santa Maria, la matrona local. En esa población existe también las ruinas del castillo que la tradición oral local atribuye fue la morada de Onofre de Dip, señor feudal presuntamente convertido en un vampiro.

En Escocia existe una leyenda que se remonta al reinado de Jacobo VI, sobre Sawney Beane, quien conformó una salvaje e incestuosa familia de caníbales y vampiros que asoló la comarca de East Lothian durante 25 años, hasta que se descubrió la cueva en la que vivían.

EL VAMPIRO EN LA EDAD MODERNA

El escritor esloveno Janez Vajkard escribió a finales del siglo XVI sobre un vampiro de Istria llamado Jure Grando, al que se considera el primer vampiro moderno documentado. Desde comienzos del siglo XVIII las menciones del vampiro pasaron de las tradiciones populares a las publicaciones periodísticas en Europa, apareciendo descripciones y análisis de casos específicos, de los cuales el más emblemático es el de un serbio llamado Arnold Paole.

En el llamado Siglo de las Luces, cuando se propugna el triunfo de la razón y el desprestigio de las supersticiones, se intentó desvirtuar las leyendas sobre los vampiros.

EL VAMPIRO EN LA CULTURA CONTEMPORÁNEA

El arquetipo de vampiro esta presente en la cultura contemporánea principalmente de cuatro maneras:

- Como prototipo de personaje de videojuegos, cómics, literatura y cine.

- Como icono y disfraz de Halloween.

- Como paradigma o referencia de ciertas subculturas o tribus urbanas.

- Como referencia lexicográfica en el lenguaje cotidiano, utilizando esta palabra con sentido de “persona codiciosa que se aprovecha de los demás”.




PERSONAJES HISTÓRICOS RELACIONADOS CON LOS VAMPIROS

VLAD DRACULEA

Fue un noble héroe nacional rumano del siglo XV, que luchó contra la invasión de los otomanos y es famoso por la crueldad de sus métodos. Fue apodado como el “Empalador” por su método más famoso para escarmentar a sus enemigos. La leyenda siniestra de Draculea surge como mínimo desde su época, cuando sus enemigos solo podían explicar sus victorias militares atribuyéndole poderes necrománticos.




CONDESA ELIZABETH BÁTHORY

Llamada la condesa sangrienta, vivió durante los siglos XVI y XVII. Era una importante aristócrata húngara y famosa por su belleza, fue acusada de secuestrar en su castillo a numerosas doncellas vírgenes, nobles y campesinas, a quienes torturaba y desangraba hasta la muerte. Con su sangre se daba baños y se la bebía (aunque esto último no se comprobara en el proceso), como parte de prácticas de magia negra en la que era asistida por un séquito de brujas.



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