LEPRECHAUN

 

LEPRECHAUN


El Leprechaun es un tipo de duende de sexo masculino que habitaba en la isla de Irlanda. Son criaturas que pertenecen al folclore y a la mitología Irlandesa. Se dice que habitaban en Irlanda junto a todas las criaturas feéricas, los Tuatha Dé Danann y la otra gente legendaria desde antes de la llegada de los celtas. Suelen estar asociados con “anillos de hadas”, que a menudo suelen ser lugares donde se encuentran antiguos drumlins o movimientos de tierra.


Suelen adoptar la forma de hombres viejos traviesos que se dedican a arreglar zapatos. Son muy ricos, ya que custodian muchas vasijas de barro llenas de tesoros que fueron enterrados en periodos de guerra. Según la leyenda, si alguien logra fijar la mirada sobre uno de ellos, el Leprechaun no puede escapar pero en el momento en que se retira la mirada desparece.


Las imágenes modernas de los Leprechauns, especialmente las que se ven cuando se acerca San Patricio, suelen mostrar un hombrecillo vestido de verde. Sin embargo, según la tradición, era posible verlos vestidos con chaquetas rojas brillantes, botones plateados, calzas azules o marrones, zapatos grandes con hebillas de plata y un sobrero tricornio de copa alta. Su estatura oscila entre los 15 centímetros y algo más de medio metro.


Uno de los cuentos mas tradicionales de los Leprechauns trata de un granjero que se encontraba trabajando en sus tierras cuando descubrió por casualidad a un hombrecillo que se escondía bajo una hoja. Convencido que se trataba de un Leprechaun, el granjero lo capturo en seguida con su mano y le preguntó dónde escondía el oro. El pequeño hombrecillo ansioso por escapar le reveló que su tesoro que hallaba oculto bajo un arbusto cercano. Sin soltar a su cautivo, el granjero se encaminó hacia el lugar indicado, pero resultó que el arbusto se encontraba rodeado de otros cientos de arbustos idénticos. Como no tenía ninguna herramienta para cavar, se quito uno de sus calcetines rojos y lo ató a la rama del arbusto que el Leprechaun le señaló. Cuando se dirigió hacía la granja para buscar una pala para cavar el hombrecillo le dijo que le liberara, ya que no le necesitaba. El granjero accedió, pero no sin antes hacerle prometer que no iría a quitarle el calcetín. Cuando el granjero regresó al campo todos los arbustos estaban marcados con calcetines idénticos.




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