LAMIA

 

LAMIA


La Lamia es una criatura con aspecto femenino de la mitología griega y del folclore clásico. Se caracteriza como asustaniños y una seductora nata, constituyendo el antecedente de las vampiresas modernas. Se la concibe como un ser individual, pero también genéricamente da nombre a un tipo de monstruo, las Lamias. Tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y cabeza de una mujer.


En la mitología griega era originalmente una hermosa mujer, hija del rey Belo, que se convirtió en amante de Zeus. Hera, al descubrir la infidelidad de su marido, asesinó a sus hijos como venganza. Lamia fue convertida en un monstruo y condenada a no poder cerrar sus ojos nunca, de modo que se obsesionara con la imagen de sus hijos asesinados. Zeus, en un gesto de piedad, le otorgó el don de poder extraerse los ojos para así poder descansar.


En la Antigüedad, las madres griegas y romanas amenazaban a sus hijos traviesos con esta criatura. Según cuenta Filóstrato, Menipo un joven aprendiz de filósofo, se dejó seducir por una misteriosa mujer que lo abordó a las afueras de Corinto. La mujer insistió en casarse y en la celebración, el sabio Apolonio, tras observarla detenidamente, reconoció que era Lamia y esta acabó confesando que el único objetivo de la boda era devorar a Menipo. Según una opinión bastante extendida, la Lamia mitológica sirvió de modelo para las lamias, pequeños monstruos africanos, humanos de cintura para arriba, que atraían a los viajeros para devorar sus cuerpos.


MITOLOGÍA VASCA


En el folclore vasco, las lamias eran genios mitológicos descritos con pies de pato, cola de pescado y garras de ave. Eran seres femeninos de una extraordinaria belleza, moradoras de ríos y fuentes, donde acostumbran a peinas sus largos cabellos con peines de oro. Se las suele considerar seres amables y la única manera de provocar su ira era robándoles sus peines. También se cree que ayudaban a los hombres en la construcción de dólmens, cromlech y puentes. 


Aunque estas a menudo se enamoraban de mortales, no podían casarse con ellos ya que no podían pisar suelo consagrado. En ocasiones llegaban a tener hijos con ellos, y en algunas leyendas creían que eran mitad humanas y mitad peces. Cuentan que una vez una mujer le robó el peine dorado a una Lamia y que está, enfurecida, trató de atraparla, pero no lo logró ya que sonaron las sagradas campanas de la Iglesia.




Escultura de una Lamia en Guipúzcoa.



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